viernes, 11 de mayo de 2012

REFLEXIÓN 143

"La alegría de vivir"









n nuestra populosa Ciudad de México se puede con cada una de las personas que la integran, millones de respuestas respecto a qué es una vida feliz. A continuación te relato una de esas respuestas que tuve oportunidad de escuchar.

En cierta ocasión un rico pero muy rico ganadero del norte de nuestro país vino a visitar a otro prominente hombre de negocios que radicaba en el Distrito Federal; su propósito era realizar un gran negocio que al parecer le redituaría enormes ganancias.

Camino al hotel en que se hospedaba y con ánimo de conocer la ciudad, transitaba por la Alameda, cuando llamó su atención un joven que vendía montoncitos de chabacanos.

El rico ganadero infirió eso, pues en realidad el supuesto vendedor sólo estaba junto a la fruta, misma que tenía en un papelito el precio de cada montón; de tal suerte que el vendedor estaba al lado plácidamente sentado disfrutando una paleta helada y viendo con tranquilidad pasar a la gente que en ese momento deambulaba por los alrededores.

Al tercer día, en el transitar del ganadero, por ese mismo lugar, vio al vendedor que había terminado de vender y a pesar de ser temprano no fue por más mercancía, pero sí permanecía en su banca con la misma actitud de tranquilidad y sosiego, por lo que el ganadero se atrevió a preguntarle.

- ¿Por qué si terminó pronto de vender su fruta no fue por más para continuar vendiendo?

Después de transcurridos algunos instantes, como si hubiera meditado concienzudamente su respuesta le contestó:

- Por hoy ha sido suficiente, con lo que he vendido puedo disfrutar de la cena de esta noche y aún me queda para desayunar bien mañana.

A lo que el ganadero le refutó:

- Bien, pero si traes más fruta venderás más. El vendedor le cuestionó:

- ¿Y luego que haría con ese dinero de más?

- Pues podrías poner un puesto en forma y vender más y ganar más dinero y con ese dinero comprar un camión, traer más fruta, repartir a otros para que vendan por ti, tú también tendrías tu negocio ya establecido, lo atenderías, luego pasarías a recoger tu dinero con tus vendedores y podrías abrir otros negocios de frutas y así ir aumentando tu caudal: llegarías a ser tan rico como lo soy yo. Mírame, yo no descanso un solo minuto al día, siempre, pero siempre, estoy trabajando; incluso cuando como, pienso en mis negocios; cuando duermo sueño como hacer jugosos negocios que me dejen más dinero; incluso ahora que venía caminando no creas que disfrutaba del paseo de la Alameda, venía pensando cómo hacer más dinero; por eso al verte se me ocurrió que podrías convertirte en un rico distribuidor de frutas.

El vendedor, quien escuchaba con gran interés al ganadero, pero con la duda reflejada en el rostro le preguntó:

- ¿Si yo hiciera todo lo que usted me dice luego que haría?

- Pues te sentarías en una banca a disfrutar de la vida, sin preocuparte por la mañana.

- ¿Y qué piensa usted que estaba haciendo en ese momento?

REFLEXIÓN:
En muchas ocasiones nos embarcamos en la rutina en busca de satisfactores materiales los cuales son necesarios; el problema es que  en ocasiones se vuelven un fin en sí mismo, impidiendo con esto que se pierda la realidad e incluso que no disfrutemos de las cosas bellas que la vida nos ofrece y que no cuestan nada.

Disfrutar de la gente, de la naturaleza, de la tranquilidad que proporciona el deber cumplido, de la frescura de una paleta, como lo hacía el vendedor, es más valioso, que dedicar todo el tiempo en busca de cosas materiales que no dejan más que angustias.

Cuando comas, disfruta lo que comes, no importa si es un platillo costoso o algo muy sencillo, cuando te vistas, disfruta tus ropas, no importa la calidad de ellas, cuando platiques, disfruta la compañia de las personas. Toma en cuenta esto para todo lo que hagas, sin duda así encontrarás la alegría de vivir.


¿Disfrutaste esta lectura?

No hay comentarios:

Publicar un comentario