sábado, 5 de mayo de 2012

REFLEXION 141

"El desfile"

Ese 16 de septiembre, aniversario de la Independencia de México, todas las escuelas desfilaban con sus mejores galas por la calle principal que, como listón, ciñe al poblado. Los alumnos de primaria y secundaria, ufanos y garbosos ante la mirada tierna y orgullosa de sus padres, van dejando una huella marcial en la lodosa calle.

Aquel niño, asido de la mano vigorosa de su padre, ve todo emocionado las columnas infantiles que marchan bajo el ritmo del "uno"... "dos"... "uno"... "dos"... Pronto, él también participará en esa fiesta cívica. Mientras tanto, cada contingente escolar va ubicándose en el lugar que se le ha asignado en la explanada de la plaza pública, sitio en el cual se verificará la Ceremonia alusiva.
- Oye, papá - dijo el pequeño - el año que entra ya voy a desfilar. Voy a vestirme de blanco también como ellos.
 
- Sí, m'ijo - respondió el papá - también tú vas a participar el año próximo en este hermoso desfile. ¡Entonces serás alumno de primer año!
 
El culto patriótico continúo y el maestro de ceremonias fue dando cuenta de cada uno de los números que componían el programa festivo. Ya habían pasado los oradores, las recitaciones y los bailables. Ahora venía el acto más importante de la jornada cívica: rendir los honores a la Bandera. entonando el Himno Nacional.
 
Como uno solo, con un movimiento igual, al mismo tiempo, todos los hombres descubrieron su cabeza quitándose el sombrero, ante aquel silencio que esperaba a las notas heroicas escondidas en los instrumentos de la banda de música.
 
- Papá: ¿por qué nos quitamos el sombrero, si el "colorado" está bien caliente? - preguntó el pequeño.
 
- Porque ante la Patria debemos descubrirnos en señal de respeto - contestó el papá.
 
- Pero... ¿qué nos pasará o harán si permanecemos con el sombrero puesto? - insistió el pequeño.
 
- Nada nos harán ni pasará nada - respondió el papá -. Sin embargo, al no descubrirnos estaremos diciendo que no queremos a esta tierra donde vives, juegas alegre y eres feliz; estarás afirmando que este río y estos campos de nada nos sirven porque nada nos dan. El no quitarnos el sombrero significa que Hidalgo, Morelos, Guerrero y, todas las personas que ahorita nombraron, ofrendaron su vida inútilmente.
 
Escuche bien mi niño - continuó el papá - debemos quitarnos el sombrero como una señal de respeto, de reconocimiento y agradecimiento, a toda la sangre de esos patriotas que engrandecieron a México para que tú y yo seamos libres y, hagamos lo que queramos - bueno, sin ofender a nadie -. Además debemos descubrirnos porque todo hombre bien nacido se descubre ante una dama y ... pues la Patria y la Bandera, son más que unas damas.
 
REFLEXIÓN:

Todo ciudadano tiene compromisos que cumplir con la sociedad; el hecho de vivir en una colectividad lo hace participe en la observancia de una conducta que le pemita una convivencia armónica con sus semejantes.

Por otro lado, una actitud cívica encierra la responsabilidad de amar, respetar y defender no sólo los símbolos patrios, sino todos los actos de los patriotas que hicieron posible que México sea un país libre.

¿Qué le contestarías a un niño más pequeño que tú, si te pregunta por qué debemos rendir honores a nuestra bandera y cantar el himno con emoción y respeto?

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